Inmigrantes. Ser otro.

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Si al exilio por motivos económicos se la agrega la sexualidad como variable, el asunto se torna todavía más complejo. Y una prueba de ello es lo declarado por la Fundación Triángulo, una ONG española que trabaja por los derechos de las minorías sexuales, que asegura que la participación de gays latinoamericanos ha ido creciendo de tal manera en los últimos años que hoy en día representan el 95 por ciento de sus voluntarios y beneficiarios."La mayor parte de los gays migrantes en España son de origen brasileño, venezolano, mexicano y dominicano", informó Gerjo Pérez, uno de los fundadores de la asociación. "A pesar de los cambios legales en constituciones como la mexicana y la brasileña, en las que la discriminación en razón de género ya es un delito, los usos y costumbres retardan e incluso impiden que se aplique la ley", explican desde la Fundación. Lo que no se traduce necesariamente en un país gay friendly como España en una mayor inclusión para los inmigrantes lgbtti.
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Y es que la homofobia y los sentimientos xenófobos resisten y hasta recrudecen allí donde se supone que están dadas las condiciones para que vayan desapareciendo. No en vano en los Estados Unidos, donde hay un presidente afroamericano y una jueza hispana, Sonia Sotomayor, acaba de ser nombrada miembro de la Corte Suprema de Justicia, hay datos de analistas privados y del propio Departamento de Seguridad Interior que coinciden en afirmar que el racismo, la fobia contra los inmigrantes y el extremismo de derecha antiabortista y antigay están en aumento. Una contradicción que deja de ser tal si se tiene en cuenta que es parte de lo que puede esperarse de los sectores más conservadores de una sociedad, que ven así peligrar lo que creen que es correcto.