CLARÍN Y LA NACIÓN La muerte de Kirchner y dos diarios con una misma línea
Fernando M. López
El Observatorio de Periodismo y DD.HH. de la Universidad Nacional de Cuyo presentó un informe sobre las coberturas de La Nación y Clarín en torno al fallecimiento del ex presidente Néstor Kirchner, entre el 28 de octubre y el 6 de noviembre de 2010.
Si la columna de Rosendo Fraga, publicada en La Nación pocas horas después de la muerte de Néstor Kirchner, indignó por su oportunismo fuera de lugar, su manipulación grosera y su machismo recalcitrante en un momento de profundo dolor, lo que siguió en las páginas de los dos principales diarios argentinos es sencillamente nefasto.
El Observatorio de Periodismo y Derechos Humanos de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo) revela, mediante una investigación rigurosa, que Clarín y La Nación se lanzaron con mecanismos similares, en una especie de alianza táctica, a construir sus propias realidades sobre el fallecimiento del ex presidente para instalar la sensación de “vacío de poder”, “inestabilidad” y “quiebre” de un modelo de país por la “incapacidad” de la presidenta Cristina Fernández para seguir adelante sin su esposo.
“La sucesión Kirchner-Kirchner, que debería haberse celebrado hace tres años, se precipita ahora, bajo la forma de un duelo. Lo emocional y lo institucional se entrelazan y agregan azar a este proceso”, escribió el columnista de La Nación, Carlos Pagni, en la misma línea de Joaquín Morales Solá, Mariano Grondona y la propia editorial del diario, para agregar luego que “el ordenamiento que subyace al gobierno actual era provisto por el ex presidente desde Olivos” y que “es natural, entonces, que el corazón del poder esté envuelto hoy en un sentimiento de orfandad” porque “alrededor de Cristina Kirchner quedó un grupo de gestores que hace más de veinte años tienen vedado hacer política”.
Con un tono similar, Clarín habló del “rumbo incierto por la desaparición física de Néstor Kirchner”, a quien mostró como quien ejercía “el control total” del Gobierno y del Partido Justicialista. En esta dirección apuntaron las principales editorialistas del diario, como Ricardo Kirschbaum o Eduardo Van der Kooy que, parafraseando al español Felipe González, dijo que “el poder puede transferirse, pero la autoridad no”.
Ambos matutinos trataron de convalidar en el conjunto de la sociedad sus parcialidades de clase apelando a la repetición sistemática, la exageración de supuestos peligros y la caracterización reduccionista y tergiversadora del fenómeno popular que se vivió durante el velorio de Kirchner.
Los jóvenes que se movilizaron para despedir al ex mandatario fueron identificados con la violencia, mientras que los trabajadores fueron demonizados asociándolos a la “corrupción sindical” y a la figura de un Hugo Moyano con “ambición sin límites”.
“No habría que descartar que algún sector del oficialismo, tal vez el más juvenil, invite a Cristina Kirchner a asumir la herencia del militante muerto encargándole profundizar sus batallas. Esta orientación podría fantasear con que el principio dinámico y combativo que se perdió con Kirchner se puede reemplazar con la prepotencia fáctica de Hugo Moyano”, señaló Pagni.
Vale como ejemplo otro artículo destacado por el Observatorio, en este caso deClarín: “En cuanto al rol de los jóvenes kirchneristas de aquí en más, y en particular de esos jóvenes militantes movilizados que hicieron oír sus gritos de guerra en las exequias, viene asomando una sospecha, que agita las aguas ya suficientemente encrespadas de la política argentina: la de un ‘kirchnerismo recargado’, que tome mayor distancia del peronismo tradicional, refuerce lazos con los ‘movimientos sociales’ y ‘gire a la izquierda’. Cristina parece abonar esta hipótesis, y no sólo con sus palabras, sino con la selección de un círculo íntimo que es bastante más estrecho que el de su marido. Ello confirmaría la opinión de que Néstor era el pragmático y moderado de la pareja, y su ausencia sería por tanto ocasión para que sus iniciativas hacia los medios independientes, la justicia, los intereses empresarios o las relaciones exteriores se ‘profundicen’”.
Cabe subrayar, además, que el trabajo de la UNCuyo llama la atención sobre un comportamiento que parece haberse generalizado en la prensa hegemónica, según se desprende de anteriores estudios del Observatorio de Medios de la Argentina: un marcado uso de fuentes anónimas e incontrastables, del tipo “una alta fuente de la Casa Rosada”, “un hombre que tiene llegada al círculo íntimo de los Kirchner”, entre otras, orientadas a reforzar las posiciones encubiertas de los medios analizados.
Las conclusiones del Observatorio de Periodismo y Derechos Humanos sirven, en definitiva, para poner en alerta a los sectores populares, ya que indican nada menos que el inicio de una contraofensiva de las corporaciones mediáticas hegemónicas para reorganizar sus aparatos de sentidos en torno a una nueva acción desestabilizadora de cara a las elecciones de 2011.
Fernando M. López es Coordinador del Observatorio de Medios de Argentina
El Observatorio de Periodismo y Derechos Humanos de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo) revela, mediante una investigación rigurosa, que Clarín y La Nación se lanzaron con mecanismos similares, en una especie de alianza táctica, a construir sus propias realidades sobre el fallecimiento del ex presidente para instalar la sensación de “vacío de poder”, “inestabilidad” y “quiebre” de un modelo de país por la “incapacidad” de la presidenta Cristina Fernández para seguir adelante sin su esposo.
“La sucesión Kirchner-Kirchner, que debería haberse celebrado hace tres años, se precipita ahora, bajo la forma de un duelo. Lo emocional y lo institucional se entrelazan y agregan azar a este proceso”, escribió el columnista de La Nación, Carlos Pagni, en la misma línea de Joaquín Morales Solá, Mariano Grondona y la propia editorial del diario, para agregar luego que “el ordenamiento que subyace al gobierno actual era provisto por el ex presidente desde Olivos” y que “es natural, entonces, que el corazón del poder esté envuelto hoy en un sentimiento de orfandad” porque “alrededor de Cristina Kirchner quedó un grupo de gestores que hace más de veinte años tienen vedado hacer política”.
Con un tono similar, Clarín habló del “rumbo incierto por la desaparición física de Néstor Kirchner”, a quien mostró como quien ejercía “el control total” del Gobierno y del Partido Justicialista. En esta dirección apuntaron las principales editorialistas del diario, como Ricardo Kirschbaum o Eduardo Van der Kooy que, parafraseando al español Felipe González, dijo que “el poder puede transferirse, pero la autoridad no”.
Ambos matutinos trataron de convalidar en el conjunto de la sociedad sus parcialidades de clase apelando a la repetición sistemática, la exageración de supuestos peligros y la caracterización reduccionista y tergiversadora del fenómeno popular que se vivió durante el velorio de Kirchner.
Los jóvenes que se movilizaron para despedir al ex mandatario fueron identificados con la violencia, mientras que los trabajadores fueron demonizados asociándolos a la “corrupción sindical” y a la figura de un Hugo Moyano con “ambición sin límites”.
“No habría que descartar que algún sector del oficialismo, tal vez el más juvenil, invite a Cristina Kirchner a asumir la herencia del militante muerto encargándole profundizar sus batallas. Esta orientación podría fantasear con que el principio dinámico y combativo que se perdió con Kirchner se puede reemplazar con la prepotencia fáctica de Hugo Moyano”, señaló Pagni.
Vale como ejemplo otro artículo destacado por el Observatorio, en este caso deClarín: “En cuanto al rol de los jóvenes kirchneristas de aquí en más, y en particular de esos jóvenes militantes movilizados que hicieron oír sus gritos de guerra en las exequias, viene asomando una sospecha, que agita las aguas ya suficientemente encrespadas de la política argentina: la de un ‘kirchnerismo recargado’, que tome mayor distancia del peronismo tradicional, refuerce lazos con los ‘movimientos sociales’ y ‘gire a la izquierda’. Cristina parece abonar esta hipótesis, y no sólo con sus palabras, sino con la selección de un círculo íntimo que es bastante más estrecho que el de su marido. Ello confirmaría la opinión de que Néstor era el pragmático y moderado de la pareja, y su ausencia sería por tanto ocasión para que sus iniciativas hacia los medios independientes, la justicia, los intereses empresarios o las relaciones exteriores se ‘profundicen’”.
Cabe subrayar, además, que el trabajo de la UNCuyo llama la atención sobre un comportamiento que parece haberse generalizado en la prensa hegemónica, según se desprende de anteriores estudios del Observatorio de Medios de la Argentina: un marcado uso de fuentes anónimas e incontrastables, del tipo “una alta fuente de la Casa Rosada”, “un hombre que tiene llegada al círculo íntimo de los Kirchner”, entre otras, orientadas a reforzar las posiciones encubiertas de los medios analizados.
Las conclusiones del Observatorio de Periodismo y Derechos Humanos sirven, en definitiva, para poner en alerta a los sectores populares, ya que indican nada menos que el inicio de una contraofensiva de las corporaciones mediáticas hegemónicas para reorganizar sus aparatos de sentidos en torno a una nueva acción desestabilizadora de cara a las elecciones de 2011.
Fernando M. López es Coordinador del Observatorio de Medios de Argentina